27/05/2016 / Clàudia Reig Martín
Cuerpos con líneas definidas, trayectorias claras y rectas moldeables. Irrumpe la confortabilidad y la fluidez, la inicial rigidez comienza a difuminarse con sus primeros tocamientos. Un hombre en calzoncillos se expone sincero al público y cuenta con carácter bukowskiano su delito, nada que no haya pasado ya, perpetua este cuento en la actual humanidad. Cuestiones urgentes y paradoxales que transforman aquello invisible en visible. En El arte de amar, dice Eric Fromm “La necesidad es la de vencer el aislamiento y de abandonar la prisión de la soledad. La unión nos persigue desde la prehistoria, no sabemos amar ni tan solo después de 10.000 años de existencia.” Continuamos endebles, frágiles, vulnerables, sensibles y delicados, ¿Asequibles?
Las manos son una expansión del corazón, manos que cubren la identidad del otro pertenecen a corazones cobardes. Tú mujer, caminas arrastrando el lastre al pasear obviando los rugidos de los machos afamados, todos necesitamos ser amados. Tú, falsamente inerte, no lograrás oídos sordos, como tantos más os derretiréis ante vuestras fechorías. No se puede cargar con ello, confesarás su crimen. Un día los hombres y las mujeres ya no serán cobardes, ya no tendrán miedo de entrar en la intimidad, ni en la propia ni en la ajena, entra con respeto, permítete entrar, nos amaremos unos minutos, unas horas, unos años o toda una vida, pero el tiempo es irrelevante. ¿Se puede compartir amor con un desconocido?
Una puta no pide nada de personal y nada aparentemente se pierde cuando se va. Si entras, que sea por qué te conceden permiso. La biblia dice “Ama a tu prójimo” cuando en realidad eso quiere decir “Déjalo en paz, déjalo tranquilo”. ¿Quién sabe utilizar el sexo? Divagamos tratando de entender algo que pertenece a los cielos más altos y a los inframundos más profundos, experimentando nos acercaremos a él, lo comprenderemos mejor a base de sobrepasar los limites. Aunque haya un blanca holgura pintada en el suelo, por tu pie o por un empujón, tarde o temprano tendrás que extender las fronteras.
La iluminación deviene la escenografía de la pieza, despliega bifurcaciones azuladas, anaranjadas… y focos trazan líneas en el escenario. Para contar una historia se precisa solo de personajes disponibles a ello. Una línea roja delimita su identidad, ellos aparentan no haber pasado esa raya, pero la forjan asiduamente para conocerse mejor. Se enfoca al protagonista, azaroso de mostrar su bella ridiculez y ulteriormente habla una voz femenina cansada de haber sido usada.
La única escenografía; un falo de madera sable poderoso que proporciona a veces poder otras frustración. El sexo es un medio para lucirse o para olvidar. El amor es para aquellos que pueden soportar una sobrecarga psíquica. “Lo mejor que puede hacer un loco es convertirse en artista, pintor o bailarín, así no le hará falta evidenciar que alguien le comprende”. Mostrarse implica dejar conocer esa intimidad que a veces da miedo compartir, miedo al compromiso. Nuestras calumnias son nuestras incapacidades, incapacidad de entregarse a amar como desmán. ¿Mostrarme o no mostrarme? Manos en la cara, cabezas que pesan e identidades que quedan ocultadas.
Neither Man Nor Woman is complete without the other, de la compañía CobosMika dirigida por Peter Mika y Olga Cobos es una pieza sin previo guion, fruto del momento, que se ha ido construyendo conforme avanzaba su creación. No hubiera podido ser creada de otra manera. Aunque aparentemente burlesca o pretenciosa, no es obra nacida para generar debate sobre las distas entre hombre y mujer, contiene una esencia mucho más primitiva que no esconde ni la seducción ni la fuerza física de ambos sexos. Si más muestra un punto en común; la necesidad de amar y ser amados en lo profano y en lo sagrado.
La identidad, explica la obra, “es el resultado de la dicotomía existente entre la imagen que proyectamos versus lo que realmente sentimos”. La intimidad se convierte en necesidad. La belleza, el gozo, la necesidad de disfrutar, la lujuria, las danzas rotas, y los movimientos fuertes y con carácter de unos bailarines que contienen algo muy especial, que entregan el éxtasis al público, un estado placentero de exaltación emocional y admirativa. El éxtasis se asocia con la vida, es lo único que importa y se encuentra escondido en nuestra intimidad. Y sí, tu intimidad te pertenece.
Recuperando un enunciado del libro El arte de amar “Toda sociedad que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la larga morirá a causa de su propia contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza humana”. Osho dijo “Tu dicha, tu bendición, tu éxtasis no tendría que contenerse en el interior, como una semilla. Tendría que abrirse como una flor y expandir su fragancia a todos y cada uno, no sólo a los amigos sino también a los extraños. Ésta es la compasión real, éste es el verdadero amor: compartir tu iluminación, compartir tu danza del más allá”.