25/11/2018 por Clàudia Reig Martín
Auguri es una palabra de origen latino que significa felicidad y titula la cuarta pieza de la trilogía de Olivier Dubois. La trilogía, creada a lo largo de siete años, presenta un debate sobre los cánones culturales de género, sexo e identidad que perpetúan en la actual sociedad. Auguri entabla con un cuerpo inmóvil tendido dentro de una caja translucida y cuadrada. Tú, vas de espectador, pero los interpretes se toman el tiempo para mirarte lentamente, quieren que seas participe de la escena, te establecen como sujeto de análisis y juicio para seguidamente cuestionar hasta que punto eres consecuente con tus acciones.
Correr, correr, correr, caer, y seguir corriendo, corriendo, corriendo… ser perseguido y perseguidor y seguir corriendo, toparse con algo y seguir corriendo, te cambiaron el rumbo, pero sigues corriendo… No tienes prisa y corres, corres, corres. ¿Puedes contemplar con éste enardecido ritmo el camino? Sociedad desenfrenada, si nos observaran con un telescopio des de otro planeta nos verían como estresadas hormigas alterando la Tierra. Pero sin embargo ¿Cuántas responden realmente al impulso de tejer su propio destino? ¿Cuantos se quedan parados ante la posibilidad de correr?
Hay tantas trayectorias… Por no dejar escapar la vida, persiguiéndola se puede perder. Y no es posible tirar el tiempo atrás para recuperarlo. El tiempo y la vida no se detienen, el mundo no se para cuando lo necesitas. Todo es acción. Y como dice Krishnamurti sin conocimiento propio no tenemos ninguna base para poder actuar; entonces cualquier acción nos traerá angustia y desdicha. Todo es acción y relación, y mientras la relación no se comprenda no puede darse una acción correcta.
Ganas de correr e huir corriendo. Recibes la información como una bofetada en la cara, no puedes escapar, no puedes evadir lo que se presenta. Es una obra. No puedes cambiar de canal y solo te queda afrontar y cuestionar, aceptar lo que ves y tomar tiempo para digerirlo. Pero, ¿No es el arte un método de transformación social, cultural y personal? ¿Qué esperamos como consumidores de arte si más no que nutrirnos y abrir una ventana cuyo desconocido paisaje nos ofrezca nuevos enfoques como bocanadas de aire fresco?
Olivier Dubois, director del Ballet du Nord, junto con el heterogéneo grupo formado por 22 bailarines, encuentran en sus infinitas, precisas y curvas carreras, la mejor manera de presentar en escena grandes cuestiones filosóficas. Añadiendo, como dice Ester Vendrell, el concepto resistencia de Foucault como experiencia del límite para la autentica práctica de la libertad.
Cuando la agitada carrera cesa, cambia la iluminación, los cuerpos caen como lombrices al suelo. Tres grandes cajas son la única escenografía, vacías por detrás y con una pantalla azul translucido por delante dónde se refleja lo que hay enfrente y permite ver lo que hay detrás. Auguri, como una alegoría de la muerte en vida, pone bajo cuestión el concepto de la felicidad y termina como había empezado, con un cuerpo inmóvil tendido dentro de una caja cuadrada. Igual explorar verdaderamente lo que se haya fuera conlleve un día encontrar la perseguida libertad.